Es una injusticia,
una torpe injusticia,
tener un presidente
con los dientes podridos.
Y sí, es una idiotez
pensar: “estamos vivos”,
cuando por dentro
nos devora el miedo,
nos cercena el espíritu.
Señores: no es falso el campesino
que un día salió al alba
y anocheció con un tiro.
¿Acaso fue un suicidio?
Los militares lo saben,
pero nadie lo ha dicho.
pero nadie lo ha dicho.
Mandados por aquél
de los dientes podridos
mataron a granel,
suelen ser esquivos.
Hasta que de pronto
aquellos dientes podridos
caigan en su cuello
como una daga con
filo.